martes, 5 de enero de 2010

A comer pollas en la sauna

Me gustan ir a una sauna de vez en cuando, sobre todo cuando visito alguna ciudad. Es morboso eso de descubrir los sitios de vicio en una ciudad a la que acabas de llegar, y el hecho de llegar a un sitio nuevo te da una cierta libertad para guarrear con gusto y morbo. Sobre todo, por eso de no saber con qué te vas a encontrar, porque al final, en las saunas de tu ciudad, siempre acabas viendo a los habituales. Y aunque tampoco está mal mamar una buena polla conocida, lo mejor es tragar un rabo recién probado.

Estas navidades he estado en algunas ciudades y me he pasado por sus saunas. No hay muchas diferencias, pero desde luego cada una es un mundo, especialmente en el extranjero. Entrar en los distintos cuartos y descubrir cómo la gente se va quitando la vergüenza y va dejándose llevar me pone a cien. Sobre todo cuando entras en algún rincón y ves a dos o tres tíos mamándose y follándose sin importarles que les miren, o que te unas al grupo.

Las saunas no suelen estar llenas de jovencitos, lo cual es una pena, pero sí suelen ir tios maduros, que son a los que no les importa demasiado jugar a ser mirados. La edad hace que le quietes importancia a determinadas cosas y busques disfrutar. Y yo disfruto mirando y siendo observado mientras me lamen el capullo o mientras me meto un rabo en la boca. Eso es fácil de encontrar en la saunas.

Por no hablar del morbo que produce un buen glory-hole o un cuarto oscuro, aunque a mi los cuartos oscuros no me producen especial morbo, por eso de que me gusta ver al tio con el que estoy follando.

Incluso en las saunas heteros, donde aparentemente nadie busca sexo (aunque a veces te encuentras una sorpresa), me pone caliente ver a esos tios en pelotas sin ningún pudor. Y ¿por qué no decirlo? en ocasiones ves algunas pollas sobresalientes que te hacen disfrutar la vista.