jueves, 13 de mayo de 2010

¿Por qué nos gustan tanto los negros?

Como muchos otros viciosos comepollas, tengo una especial debilidad por los rabos negros. Me comería todas las pollas negras que tuviera a mi alcance, aunque la verdad es que no he tenido muchas. Me da un morbo especial ese palo negro duro, baboso y caliente. Me he comido algunos nabos latinos, morenitos; algunos rabos árabes, venosos y tiesos como una piedra... pero lo que más de morbo me da es una buena tranca bien negra, con el capullo no rosado, sino también negro. Y eso que los tios negros con los que he estado no eran especialmente cañeros. Vamos, que por la experiencia que tengo, los negros africanos se limitan a dejarse mamar sin dar mucho de sí. Con lo que me gusta que un tio me coja la cabeza y me folle la boca, me deje sin respiración apretando mi cabeza contra su vientre y con su verga dentro de mi garganta...



Pero los negros delante de los que he estado de rodillas eran un poco "sosos". Eso sí, sus morcillas estaban riquísimas. Los rabos negros tienen un sabor y un olor especial, me gusta rozarlos por mi cara para impregnarme bien de ese olor. Y ver salir un buen chorreón de leche blanca desde ese capullo negro hacia mi cara es algo que me vuelve loco.

Supongo que si viviera en Londres o en Estados Unidos me hartaría de mamar pollas negras. Pero donde vivo no hay mucha ocasión, o al menos no hay mucho tio negro que chatee ni se vaya a sacarse la polla a los wc. Una lástima, porque comerse un rabo bien oscuro recién meado debe ser una delicia. Yo seguiré buscando esa verga negraca que me llene la boca de carne dura. Y si algún negro que le guste dar caña a un vicioso comenabos se anima, le permito que me mande una invitación. Seguro que encontraré tiempo para tragar.