viernes, 6 de diciembre de 2013

Mamones (2ª Parte)

En el capítulo anterior...

Un tío del chat que me prometió darme meos me deja más plantado que uno de los árboles que me rodean en los Jardines del Guadalquivir. Me quedo esperando hasta que un jovencito latino que andaba merodeando decide que me va a comer la polla (a falta de otra cosa, supongo). El latino resulta ser un mamoncete que traga con ganas y se ve que tiene experiencia. Yo le doy rabo en un rincón del laberinto, muy cerca de la entrada. Aparece un árabe que también andaba merodeando por la zona y se queda mirando. Le digo que se una a nosotros. Que a este latino le caben dos rabos en la boca. 

Yo empiezo a dar gracias al tio que me ha dejado tirado. Aunque, tragarse los meos de un pollón no está mal, claro. Pero al final el día se está poniendo bien. Ahí estoy yo, dándole rabo a un latino y a punto de disfrutar de un rabo árabe. Trío internacional, mezcla de razas. Esto sí que es estrechar lazos con la comunidad internacional. El árabe sigue mirando como me la come el latino, y se saca la churra... Si he dedicado un post a hablar de los árabes es porque se lo merecen. Éste desde luego. Su mano saca un rabo circuncidado, moreno, gordo como sólo los árabes lo tienen. Ya no es solo mi polla la que babea. Me encantaría en estos momentos ser el latino mamoncete. Pero hay que ponerse en el papel. Hoy toca alimentar a un chavalito. 

El chaval, en cuanto ve el rabo gordo del árabe, se lanza a por él y me deja mi polla llena de babas. Este putito tiene hambre. Y qué morbo da ver cómo se mete todo ese rabo moreno en la boca. Hay mamones que da gusto ver cómo tragan pollas. Y éste es uno de ellos. Yo le acerco mi polla, que también necesita mimos, y el nene responde lamiéndola, juntándola con la otra y metiéndoselas en la boca. "Ahí tienes, putita, come rabo moreno y blanco, llénate la boca". El árabe y yo le agarramos la cabeza al latino empujándola para que trague completamente. Y el chaval come con ansia. 

El árabe me pide que le coma los pezones. Lo que no sabes es que me encanta comer pezones. Así que le excito con mi lengua mientras el otro le sigue comiendo la polla. Yo me bajo para probar la polla gorda del árabe. Necesito probar ese nabo. El chaval me deja, pero sin muchas ganas, que le meta un mamazo al otro. Y me meto ese rabo bien gordo en la boca, sintiéndolo ya bien babeado por el chaval. Mi lengua se llena del sabor agrio del rabo y de la saliva del chaval. Qué gusto da meterse un nabo gordo como ése en la boca. Pero pronto se la doy otra vez al nene, que siga disfrutando. 

Mientras el latino va a lo suyo, comer rabos, el árabe y yo jugamos a lo nuestro. Nos comemos las bocas, yo le como los pezones y se los babeo bien. Él me coge la polla y me la pone en su culo. Quiere que acaricie mi rabo en su culo. Y así lo hago. Mi polla babosa se restriega por su raja mientras el nene sigue comiéndole el rabo. Yo le agarro desde detrás, poniendo mis manos en su estómago mientras le restriego mi rabo por su culo. Y siento cómo la cabeza del nene me da en las manos mientras se mete la polla gorda del árabe en la boca. Esto pone al árabe a mil, sintiendo mi rabo detrás y la boca del chaval delante. 

El árabe está a tope, igual que nosotros. Pero él tiene ya gestos de estar a punto de descargar. El chaval sigue mamando con ganas hasta que siente que aquello va a explotar. Yo me quito de detrás, para ver bien cómo sale la lechede esa polla. Al principio creo que el chaval va a querer recibir la leche, pero para mi sorpresa, se levanta y me dice que quiere ver cómo se corre el tío. Ah, bien, pues si tú no vas a recibir la leche, entonces la recibo yo. Y me pongo de rodillas delante de la polla gorda del árabe, que se la menea con excitación. ¡No me voy a quedar yo sin mi lefazo del día! Y entonces el árabe me lanza tres chorreos de leche caliente, de esa que sale fuerte y espesa, y que se me estampa contra la mejilla, los labios y la barba. El latino le toca el rabo gordo y le pone la boca al árabe, para sentir la dureza que aún tiene, y entonces yo lanzo esos chorreones de buena leche que me salen cuando estoy a tope.

Ya he dicho muchas veces que los mejores momentos de morbo es cuando no hay conversaciones, ni palabras ni nada. Cada uno nos fuimos por nuestro lado. No sé si alguna vez me encontraré a alguno de los dos por esa zona o por otra, si coincidiremos los tres otra vez. Desde luego, si veo al latino en otro momento, me va a encantar que me coma el rabo como sabe comerlo. Y si veo al árabe, me va a encantar ser yo el que le saque la lefa. Pero eso ya se verá. 

Y así, un español, un latino y un árabe se lo pasaron pipa en los Jardines del Guadalquivir.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Mamones (1ª Parte)

Hace frío para estar en la calle buscando rabos, pero lo cierto es que cuando un vicioso como yo está caliente, ni el frío nos echa para atrás. Y la prueba de que hay mucho vicioso suelto es que en los sitios de cruising sigue habiendo culos que buscan pollas y pollas que buscan culos. Lo que más me gusta de los sitios de cruising es que te pueden traer buenas sorpresas. 

Mediodía. Jardines del Guadalquivir. Me cito con un nota por el chat que dice ser pollón y que quiere darme lluvia y polla. Quedamos en el laberinto y le digo que cuando llegue se meta dentro. Que cuando me vea, comience a mear, que yo le meteré la lengua para llevarme algo de su meada a la boca (una de las cosas que más me gusta hacer al aire libre). Y que luego le voy a hacer una limpieza de nabo hasta que acabe lanzándome la leche en toda la cara. Vamos, lo normal en una puta mamona como yo. Llego a los jardines y doy una vuelta. Hay algo de movimiento. Un chaval con pinta de latino, jovencito, que me atrae pero que no parece tener interés en mí. Espero al pollón que me va a dar meos. Pasa también un tio delgado, con pinta de árabe y de tener una de esas pollas que tanto me gustan. Parece que tampoco tiene mucho interés en mí. Sigo esperando al pollón que me va a dar meos. Cuando pasa una media hora, empiezo a pensar que el pollón que me va a dar meos se ha hecho un pajote en su casa y que yo me voy a quedar sin meos. 

Es lo que tienen los chats. Mucho calentorro con ganas de hacerse pajote. Pero bueno, ya que estoy allí, cachondo como una perra, espero poder sustituir al tio que me ha dejado plantado con otra cosa. Pero no parece que la cosa vaya a mejorar. El latino sigue dando vueltas y pasando de mi. Al árabe le veo a lo lejos, y no tengo claro si viene a buscar algo.

Al cabo de un rato, empiezo a pensar en irme. Pero mi condición de vicioso me obliga a quedarme. Es de esas ocasiones en las que decido que voy a mamársela al primer tio que pase y me haga un gesto para acompañarle al laberinto. Y mira por dónde aparece el jovencito latino. Es guapetón, aunque éste tiene pinta de querer mamar más que de dar verga. El chaval se mete en el laberinto y me mira antes de desaparecer detrás de una de las paredes vegetales. Como no tengo nada que perder, me acerco también. 

Doy la vuelta por donde el latino se ha metido y le veo en un rincón. Pues sí, parece que ahora sí que tiene interés. De cerca es más guapete. Tendrá unos 18 años como mucho. Intento besarle (porque no os he dicho aún que me encanta besar, y si es a un latino guapo y jovencito, mejor), pero él no quiere. Pronto descubro lo que quiere. Se agacha, me desabrocha el pantalón, me saca la polla morcillona y comienza a mamarla con ganas. Pues sí, el chaval es un mamoncete que me va a dejar la polla seca. Y desde luego, la mama de puta madre. Pronto me la pone durísima y se me inchan las venas del rabo. La come con ansiedad, con ganas, babeándola bien, como hay que mamar. Me encantaría meterme su polla también en la boca, pero este nene lo que quiere es lo quiere. Un buen biberón. 

Ni qué decir tiene que el latino mamoncete y yo no cruzamos una sola palabra. Le insinúo que vayamos más adentro del laberinto, porque estamos a un paso de la entrada, y es fácil que un tio que se meta nos vea. Pero me hace un gesto con el que me dice que no le importa. ¡Qué coño! ¡A mí tampoco me importa! Si alguien nos ve, puede hacer tres cosas: irse corriendo asustado, quedarse mirando o unirse a la fiesta. La primera me la suda; y las otras dos me dan morbo. Así que nos quedamos ahí, yo de pie y el latino mamoncete tragando polla de rodillas. 

De pronto aparece desde la entrada del laberinto el árabe que había visto un momento antes. Y se encuentra con el panorama delante. Yo me le quedo mirando, pensando si se irá o se quedará. Y se queda, de lejos, viendo cómo me la mama el latino, con curiosidad y cara de que se ha puesto más cachondo que yo, que tengo al otro de rodillas. Le hago un gesto dejándole claro que no nos importa que esté ahí. Y el latino, que también se da cuenta de su presencia, sigue mamando, así que tampoco le importa mucho. Viendo que el árabe se mete la mano en el paquete, le animo a que se nos una. A esas alturas tengo claro que este mamón no le va a hacer ascos a comerse dos rabos en vez de uno. Y por supuesto, también tengo la curiosidad de saber si el nabo del árabe es como me imaginaba, aunque hoy no me toque a mí ser el mamón. 

El que mama hoy es este latino de 18 años que está de rodillas tragando con ansias mi rabo ya baboso. Tiene ganas de comer polla, eso no cabe duda. Y pronto va a tener dos en su boca de mamona. 


......... continuará.


domingo, 3 de noviembre de 2013

Follándome la boca en el WC

Ir al WC de un centro comercial es encontrarte con algunas sorpresas. Aunque ya no suelo ir a hacer cruising, porque muchos baños se han reformado y es más difícil hacerlo discretamente, de vez en cuando acabo de rodillas en alguno por casualidad. Hace algún tiempo recuerdo haberme llevado tardes enteras bajando y subiendo las escaleras de El Corte Inglés buscando rabos, o pajeándome con otros tios en los urinarios de Santa Justa. Últimamente no tengo tanto tiempo, así que me conformo con encontrarme algo de vez en cuando. 

Mi última experiencia fue hace unos días. Andaba meándome en un centro comercial y me dio por ir al wc. En cuanto entré en el servicio de hombres, vi que dos tios mayores se recomponían en los urinarios. Enseguida me di cuenta que estaban metiéndose mano, seguramente uno enganchando la churra del otro y meneándosela, como les gusta hacer a los viejos. Aunque los mayores no me dan morbo, la situación sí que me pone caliente. Así que enseguida se me empezó a poner gorda la polla. Se me viene a la mente un par de rabos tiesos en los urinarios, y mi mano agarrándolos y sintiendo su dureza y su líquido en mis dedos. Así he tenido yo un montón de pollas en esas tardes que me pasaba buscando. Muchas veces los tios, muchos de ellos heteros, solo querían un pajazo. Y ahí estaba yo, dispuesto a dárselo. Y la mayoría de las veces ni siquiera se corrían, acababan subiéndose la bragueta porque les daba corte, o porque venía alguien. Así que yo me quedaba con el olor de su nabo en la mano, y me gustaba dejarlo hasta que acababa cogiendo otra polla, y entonces se mezclaban los olores a rabos, lo que me ponía más cachondo todavía.


Es lo bueno de estos sitios. El morbo de tener pollas en la mano de tios que solo buscan un calentón. Los dos tios mayores acabaron disimulando, viendo que entraba yo, y se fueron. Así que me quedé yo allí, en el urinario, con el rabo morcillón y mi imaginación calentándome todavía más. Pensé que sería morboso que entrara un tio, se pusiera al lado, y acabara enseñándome la churra. Pronto entró un tio, cuarentón, y se puso al lado. Yo me acerqué más al urinario, para que no viera mi rabo medio duro, no fuera a asustarse. Pero enseguida me di cuenta que el tio hacía todo lo contrario. Se separó del urinario y empecé a intuir por el rabillo del ojo una polla venosa, morena, también medio tiesa. Así que miré al cuarentón, después hacia abajo, y ya me enseñó todo lo que escondía. Esa verga estaba deseando meterse en mi boca mamona. El tio me señaló el reservado y yo no dudé nada.

Entramos en el reservado de los wc, me senté sobre el retrete y sentí el olor a rabo caliente de este maduro cachondo. No hubo que hablar nada. Pronto su verga venosa se metió en mi boca. Él supo en seguida que yo era un puto mamón, y yo supe enseguida que lo que quería era darme polla y lefa. Sin historias, sin contarnos nuestra vida. Un mamazo de 10 minutos y cada uno por su lado. 

Cuando empece a mamársela, el tio se puso más caliente y su rabo más duro dentro de mi boca. Enseguida me di cuenta de qué clase de mamada quería, porque empezó a moverse metiendo y sacando su rabo de mi boca. Así que me paré y le dejé que hiciera lo que quisiera. Y lo que quería era follarme la boca como su fuera un coño, metiéndola hasta el fondo. Como no era muy grande, me cabía entera, así que me hizo una buena follada profunda, mientras yo sentía cómo metía su rabo hasta los huevos. Me agarró la cabeza y siguió dándome polla, cada vez con más fuerza. Yo mientras me quedaba como si fuera un culo o un coño, lamiendo a cada petada su capullo caliente. Hasta que sentí que su rabo comenzaba a latir, preámbulo de la lefada que estaba a punto de darme. 

Cuando tienes una polla en la boca, sabes en qué momento te va a llenar de leche. El rabo se endurece, los huevos se inflan, y notas esos impulsos eléctricos que comienza a tener la polla. Y después sientes en tu paladar el sabor de la leche. En este caso, sentí cuatro chorros de leche dulce y espesa en mi lengua, mientras las venas de su polla rozaban mi paladar. Mi boca se llenó de lefa caliente hasta que el tio sacó su polla de mi boca. Yo sostuve la leche un rato sobre mi lengua, hasta correrme. Para cuando me estaba limpiando, el cuarentón cachondo ya se había ido. 

Eso es lo que necesita un mamón como yo. Un tio que me dé polla sin mediar palabra. Así da gusto ir a mear a un wc público. 

martes, 22 de octubre de 2013

Puteando en el chat

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domingo, 1 de septiembre de 2013

Jardines del Guadalquivir

Hace poco descubrí este lugar de cruising en Sevilla. Había oido hablar de él, pero aún no me había decidido a conocerlo. Es una zona todavía algo desconocida, pero a poco que el personal se vaya animando, puede ser un auténtico festín de rabos. Conectado con los Jardines de América, las mejores entradas son las que se encuentran cerca de Isla Mágica y la que da al paseo junto al río. Precisamente el hecho de que haya sido un jardín abandonado en los últimos años hace que no haya demasiadas visitas, aunque se ha restaurado y reforestado recientemente. Y el hecho de estar en plena Cartuja contribuye a que por el momento sea un lugar en el que solo se encuentran de vez en cuando algunos corredores y empleados de mantenimiento. 

Se me ocurrió ir a los Jardines cerca del mediodía, desde luego no uno de los mejores momentos por afluencia de rabos y por las altas temperaturas. Pero me pilló de camino por la Cartuja y decidí ir a probar, ya que tenía un buen calentón de esos que me entran sin previo aviso. Así que me dije, a pesar de la calor, "si encuentro algún nabo que me desahogue por lo menos habrá valido la pena". 

Mi primera visita a los Jardines del Guadalquivir
 El primer paseo fue decepcionante. Allí no había ni Dios. Solo un tipo con un perro que parecía estar buscando algo, pero ni me gustaba el tio ni me apetecía comerme un nabo mientras su perro olisqueaba al lado. Me metí por la avenida principal hacia el fondo de los jardines, pero vi que allí no había mucho que encontrar. Eso, al contrario de quitarme el calentón, me puso más caliente todavía. Un sitio tan solitario desde luego era un buen lugar para mamar a cualquiera que llegara. Y cuando estoy en sitios morbosos en los que me imagino de rodillas mamando, me pongo a tope.

Busqué en mi móvil a ver si por geolocalización encontraba a algún tio en los alrededores al que poder decirle que se viniera y me diera polla. Pero tampoco hubo suerte. 

Así que finalmente me metí en el laberinto que hay en mitad de los jardines. Un sitio morboso en el que se uno se imagina girando en uno de sus pasillos naturales y encontrarse con dos tios mamándose mutuamente. No lo conozco por la tarde, cuando hay menos luz, pero desde luego si va gente ese laberinto puede ser todo un descubrimiento. 

El laberinto, un sitio morboso donde descubrir
 Cuando estuve un rato yendo de aquí para allá, decidí salir del laberinto y sentarme cerca, a ver si algún tio entraba y se notaba que iba buscando algo. Y efectivamente vi llegar a un tio joven, en chandal y barbudo que se metió en el jardín, no sin antes echarme una mirada de esas que te hacen la boca agua. 

Así que hice lo que tenía que hacer. Me metí también en el laberinto, a ver si el chaval tenía algo para alimentarme. Después de dar alguna vuelta por los pasillos del laberinto, al final le vi al fondo, en un rincón, con el rabo sacado por encima del chandal. Me acerqué y no hizo falta decir nada, me puse de rodillas y me metí esa polla en la boca. Estaba sudada, olía a macho que venía de hacer deporte, y eso me puso aún más caliente. Era un rabo normal, pero tenía unas venas gordas que me pusieron a tope. Yo le pasé la lengua por el capullo y sentí el sabor amargo del sudor, el sabor de un buen machote. Y mientras el tio gemía suavemente de placer hasta que decidió que sería él el que llevara la voz cantante. Así que me empujó la polla hasta la garganta y comenzó a follarme la boca. Me daba buenos empujones, de esos que te producen alguna arcada, pero yo estaba ansioso de nabo y me encantaba su sabor, entre meado y sudado. 

O el tio estaba muy caliente, o tenía prisa, porque me cogió la cabeza y me puso los huevos en la boca, mientras él se pajeaba para sacarse la leche. Yo me metí las bolas sudadas y peludas en la boca, y se las masajeé bien con la lengua. Y cuando estaba enfrascado en sus huevos, el tio lanzó un gemido y sentí en la mejilla, cerca de la boca, un chorreo constante de líquido caliente, espeso, que se deslizó por mi cara hasta quedarse colgando en mi barbilla. Fue una buena corrida, que se la agradecí terminando de limpiarle el capullo con la boca.

Después el tío se metió la boca en el chandal y se fue. Yo me quedé con ganas de más, pero pasó un tiempo sin que nadie apareciera, y acabé aburrido de tanto esperar. Tendré que volver a este sitio, tranquilo y perfecto para jugar a recibir biberones. 

¿Alguien me acompaña?



miércoles, 3 de julio de 2013

Comiendo un rabo árabe

No hay cosa que más me ponga cachondo que comerle la polla a un negro o a un árabe. Pero hay pocas ocasiones en las que uno puede hacerlo, a no ser pagando. Ayer pude comerme uno de esos rabos que tanto me gustan. Como de costumbre estaba caliente como una perra y buscando pollas por el chat. Entre muchos intentos infructuosos, acabé hablando con un chaval que parecía estar más caliente que yo, que ya es decir. Buscaba un mamón que llegara a su casa, se pusiera de rodillas y empezara a tragar. Mi especialidad, vamos. ¿Para qué ponerse a charlar de cosas sin importancia? Lo que hay que hacer es ir al grano.

Su nick era bastante explícito: "raboarabe", y desde luego era lo que yo andaba buscando. hablamos poco por el chat. Él vivía cerca y estaba deseando que un mamón le comiera la churra. Y yo estaba deseando hacero. Él tenía 23 años, pero le importaba poco mi edad. Así que quedamos enseguida. 

Mientras me dirigía a su casa me imaginaba su nabo, gordo como suelen tenerlo los árabes, moreno, baboso y lefero. Llegué a su casa y él bajó a abrir la puerta de la comunidad. No era especialmente guapo, pero tenía algo que enseguida me puso el rabo a tope. Vino en babuchas, con una camiseta un poco sucia. Parecía a los moros que ves por Algeciras esperando no se sabe qué. Y eso me pone bastante. Y sobre todo, debajo de unas calzonas amplias que llevaba, se notaba un bulto que me hizo babear de ganas de ponérmelo en la boca.
Me comí una parecida a ésta.
Cuando llegamos a su piso y cerró la puerta, desde luego no habló mucho. Enseguida se bajó las calzonas y se sacó la churra. Los ojos se me abrieron. Tenía delante mía a uno de esos churrazos gordos que tanto me gustan, con un capullo moreno sin pellejo y deseando que pusiera mi lengua en él. Así que lo hice. Tuve que abrir mucho la boca para meterme todo ese rabo árabe. Y el tio desde luego no tenía contemplación, quería que un mamón se la comiera hasta el fondo y empujaba como si mi boca fuera un coño. Por supuesto, como todo buen árabe, enseguida se sentó en el sofá y me dejó hacer a mi lo que tuviera que hacer. Por la experiencia que tengo con ellos, les gusta disfrutar ellos y que el mamón les haga el trabajito. Como si fuera su perra. Y me encanta serlo. 


Le dejé toda la polla llena de babas, se me escapaba de los lametones que le metía, le comí los huevos, negros y gordos, le pasé la lengua por ese vientre que tenía algunos pelos negros de machote. Cuando llevaba un rato mamando como su perra, me dijo que tenía ganas de mear. Ya habíamos hablado por el chat que me gustaba que me llenaran de meada. Y me dijo que tenía un patio donde poder hacerlo. Así que nos fuimos para allá. 

Eran como las cuatro de la tarde y el patio era acogedor, pero hacía una calor terrible. Pero ¿qué coño! Si voy a recibir un meazo de un rabo gordo árabe no me voy a poner sibarita. Así que me quité la ropa y me puse delante de él. Enseguida empecé a sudar, mientras esperaba que el chaval sacara su pis. Aquello parecía eterno. El calor me empezó a agobiar. Pero entonces comenzó a salir algo de meado de su capullo moreno y gordo, y después llegó el chorreón sobre mi pecho. Si me hubieran echado encima un cubo de agua fresca no habría sentido el alivio que sentí. Qué gusto recibir ese meo calentito, generoso, encima de mi cuerpo. Pero quería más. Así que le moví la mano que sugetaba su rabo para que lo dirigiera hacia mi cara. Y entonces me duchó bien con una buena meada. Uff, qué rica estaba la meada. Y qué bien recibirla en el patio, no encerrado en un baño como suelen echármela. 

Qué ricos rabos árabes
Cuando le quedaba aún un chorreo de meada, me di la vuelta y le puse el culo. Quería sentirla también en la raja, que me chorreara bien. Y lo hizo. me echó el último chorro calentito, que me recorrió toda la raja del culo. Casi inmediatamente, recién terminado de mearme, se le puso la polla de nuevo tiesa y me preguntó si quería que me la metiera. Y lo le dije que me atravesara, que aprovechara el meo para meterla por mi culo velludo. Entonces sentí cómo se me introducía un palo duro, grueso y venoso, por entre las piernas. Y me puse a tope. Tengo que decir que los árabes no distinguen muy bien entre un coño y un culo, así que no tienen mucho miramiento a la hora de meterla. Pero yo estaba tan cachondo que ya tenía el ano un poco dilatado. ¡Qué buena ensartada me dio el cabrón! Y qué bien me petó. Aunque no duró mucho. Tras varias embestidas, el chaval me dijo que iba a correrse, así que me volví de nuevo y le puse la cara para que me la llenara. Y vaya si lo hizo. Conté por lo menos seis lechazos, aunque no vi mucho porque el primero, espeso, blanco y caliente, me cayó en el ojo derecho. Y los siguientes sobre la frente, en la oreja, en la mejilla... Cuando terminó sentí el olor de su nabo recién meado y recién corrido. De esos olores que tanto me gustan. 

Me limpié un poco, pero no mucho. Como vivía cerca, quise disfrutar de esa sensación de estar meado y lefado, así que me puse la ropa encima, aún chorreando mi cuerpo de meos y lefa.


miércoles, 22 de mayo de 2013

Tres pollas

Esta mañana recibí un mensaje en el móvil muy temprano: "Hemos quedado esta tarde para follar. Somos tres y queremos darte de comer. ¿Te vienes?". Esos mensajes te dejan al principio un poco fuera de lugar. Me pilló en la calle, yendo al trabajo. Pero enseguida se me empezó a levantar el rabo debajo del pantalón. Eso era señal de que me gustaba la idea.

Me da morbo que un tio me mande un mensaje porque tiene ganas de que le coman la polla. Me hace sentir muy puta contestar enseguida que sí, que por supuesto estaré donde él me diga cuando me diga para ponerme de rodillas y tragar rabo. Me siento utilizado por un macho que quiere que le quiten el calentón. Y que sabe que si me manda un mensaje voy a hacer todo lo posible por estar donde me diga. Yo no soy una putita, soy bastante macho y me gusta también demostrarlo. Pero ese punto servicial me da tela de morbo y me pone muy cachondo. Que sepan los tios que si tiene ganas de descargar aquí está la boca de su mamona. 

Así que le dije al tio que sí, que por la tarde estaba libre y que por supuesto no tenía nada mejor que hacer que comerme varias pollas. Me contestó que iban a ser tres: uno de 59 años, otro de 40 y otro de 26. Me gustaba la idea. Tres edades distintas para poner sus rabos en mi boca.

Ellos habían quedado en la puerta de una casa. Cuando llegué ya estaba allí. No eran nada del otro mundo físicamente, todo hay que decirlo. Pero daba igual, yo había estado todo el día pensando en lo bien que me iba a comer esos tres rabos. Y llevaba tiempo bastante cachondo. Entramos en un piso de alquiler, supongo que uno de ellos sería de alguna inmobiliaria. Pocos muebles, pero sí un sofá y algunas sillas. 

La verdad es que el comienzo de una orgía o de un folleteo entre varios suele ser un poco frío. Hasta que alguno se anima, hay como un ambiente raro. Tios que no se conocen de nada pero que en un rato van a estar magreándose a tope. Lo único que falta en esos momentos es romper e hielo. Pero la verdad es que en este caso se rompió pronto. Uno de ellos parecía estar especialmente cachondo, así que enseguida se bajó la cremallera y se sacó la polla, venosa, no muy grande pero morena, bien puesta y ya morcillona. Yo ya sabía para quien era ese rabo, así que me puse de rodillas y me lo metí en la boca. Y empecé a comerlo para que se pusiera dura del todo. 

Los otros dos se quedaron mirando, mientras se tocaba el paquete el uno al otro. Eran el mayor y el de menos edad. Parecían padre e hijo magreándose. Mientras me comía el rabo moreno, les miraba de reojo y me ponía cachondo imaginar que fueran padre e hijo. Pero yo seguía a lo mio. El chaval se sacó una buena polla tiesa y enseguida la pasó por mi cara mientras yo seguía mamando. Estaba ya mojada, y empecé a sentir su olor a nabo caliente en mi cara. Así que no pude resistir a comérmela. 

El mayor se unió a nosotros enseguida. Y ya estaba la situación como yo la había imaginado todo el día. Tres pollas puestas delante de mi cara, peleándose por meterse en mi boca, babeando en mi lengua. 

Me encanta saborear varios nabos, sentir el sabor de cada uno de ellos, distinto. Bien dura la del chaval de 26 años, más babosa que las otras, buen capullo y gorda. Más pequeña pero bien puesta la del tio de 59 años, huevos gordos, ladeada pero sabrosa. Y morena y rugosa la del cuarentón. La primera en meterse en mi boca y la primera en soltar la leche.

Continuará...





domingo, 27 de enero de 2013

Me gusta cuando se me moja la polla

Un tio caliente como yo tiene la suerte o no de estar siempre pensando en follar. Eso hace que a veces me empalme en momentos poco adecuados o que sienta cómo se me moja el capullo en determinadas circunstancias. Al principio tenía cierto pudor cuando sentía mi polla mojada, pero ya he encontrado cierto placer en esa sensación de rabo caliente. 

A veces en el trabajo, cuando he estado chateando o repasando mi cuenta de tumblr llena de rabos jugosos y caras llenas de leche, se me empieza a mojar el nabo. Y siento cómo mi glande empieza a soltar esas gotas calientes que hacen que tenga el capullo como si acabara de mear. A veces, cuando no mira nadie, meto mi mano bajo el pantalon y acaricio con el dedo mi capullo mojado para llevármelo después a la boca y saborear esa sensación de calentón que me da. 

Más de una vez me he sacado el rabo disimuladamente en el autobús para sentir el olor a polla caliente que desprendo cuando se me moja el capullo. Ese olor a nabo que se parece al que te entra cuando bajas la bragueta de un tio al que estás a punto de comerle la polla. Esa pimera sensación que te hace reconocer la calentura que tiene el tio antes de ponértela en la boca. 

Tanto me gusta esa sensación de polla mojada que prefiero siempre besar, acariciar y jugar con un tio antes de comerle el rabo, para que se vaya calentando y su nabo tenga tiempo deempezar a soltar ese líquido que tan cachondo me pone. Y así, cuando saco su rabo, ya huele a macho caliente y ya puedo restregar su capullo baboso por mi cara para que me deje su olor de machote. Ese olor a polla que me va a acompañar incluso después de haberle acado la leche.

viernes, 4 de enero de 2013

2013 polvos este año

Este año me propongo comerme más pollas que ningún otro. Ya que estamos todos tan depresivos con esto de la crisis lo que hay que hacer es ponerse de rodillas y tragar rabos, recibir lefazos y ser petado hasta que se nos quite la depre. Y a ser posible en algún sitio morboso.
 
Mi primer nabo del año me lo he comido al aire libre, que es donde más me gusta. Empecé el año caliente como siempre, y decidí darme una vuelta por el aparcamiento junto al río después del trabajo. Me quedé un rato mirando cómo pasaban los coches desde la zona de arboleda hasta que un tio paró el coche y se me quedó mirando. Me pasé la mano por el paquete duro y el tío entendió enseguida lo que buscaba, así que se bajó del coche y se dirigió hacia la zona donde yo estaba. Me puse a cien.
 
El tio tenía una buena cara de vicioso, se apoyó en un árbol y se empezó a tocar también. Así que ya estaba todo claro. Me acerqué y sin mediar palabra le cogí el paquete. Se notaba que ya la tenía morcillona. Así que le bajé la cremallera y se la saqué. Salió una buena churra; no era un pollón, pero era gorda y venosa. Empecé a masajear ese trozo de carne caliente y enseguida se me hizo la boca agua. Así que me puse de rodillas y me la metí en la boca.
 
Me encanta sentir el primer sabor de un nabo en la boca. Ésta sabía a rabo recién meado. Y me puse a tope. Seguí mamando mientras el tio me agarraba la cabeza. Y entonces empezó a follarme la boca como a mi me gusta. Yo no paraba de babear mientras me la comía. Me encantaba estar ahí comiendo una churra en medio de los árboles. La verdad es que no estábamos escondidos, cualquiera que pasara con el coche y se fijara me vería a mi de rodillas y al otro dándome rabo de pie. Pero eso me pone tela. Que me vean comiéndome un nabo. Yo notaba cómo alguno paraba el coche, pero a ninguno le dio por bajarse y darme polla también, que es lo que me hubiera gustado.
 
Pero mientras disfrutaba de esa churra venosa, blanca y sabrosa que me estaba dando el tio. De vez en cuando la sacaba de mi boca y me pegaba dos o tres pollazos en la cara de mamona. Sentí que la cara me olía a rabo. Y eso me ponía más todavía. Tras un buen rato follándome la boca, el tio estaba a tope y empezó a meneársela para darme leche. Le pedí que me la diera en la cara. Y entonces dio el último meneo y comenzó a soltar leche espesita, blanca, que me cayó en toda la cara: la mejilla, la nariz, los labios... Echó un buen lefazo que me dejó pringado. Y yo no pude resistir soltar la leche también a sus pies.
 
Cuando terminó, me dijo que me limpiera la leche de la cara. Pero lo que no sabía el tio era que me iba a dejar la leche hasta que llegara a mi casa. Para sentir por el camino cómo se me iba secando.