domingo, 3 de noviembre de 2013

Follándome la boca en el WC

Ir al WC de un centro comercial es encontrarte con algunas sorpresas. Aunque ya no suelo ir a hacer cruising, porque muchos baños se han reformado y es más difícil hacerlo discretamente, de vez en cuando acabo de rodillas en alguno por casualidad. Hace algún tiempo recuerdo haberme llevado tardes enteras bajando y subiendo las escaleras de El Corte Inglés buscando rabos, o pajeándome con otros tios en los urinarios de Santa Justa. Últimamente no tengo tanto tiempo, así que me conformo con encontrarme algo de vez en cuando. 

Mi última experiencia fue hace unos días. Andaba meándome en un centro comercial y me dio por ir al wc. En cuanto entré en el servicio de hombres, vi que dos tios mayores se recomponían en los urinarios. Enseguida me di cuenta que estaban metiéndose mano, seguramente uno enganchando la churra del otro y meneándosela, como les gusta hacer a los viejos. Aunque los mayores no me dan morbo, la situación sí que me pone caliente. Así que enseguida se me empezó a poner gorda la polla. Se me viene a la mente un par de rabos tiesos en los urinarios, y mi mano agarrándolos y sintiendo su dureza y su líquido en mis dedos. Así he tenido yo un montón de pollas en esas tardes que me pasaba buscando. Muchas veces los tios, muchos de ellos heteros, solo querían un pajazo. Y ahí estaba yo, dispuesto a dárselo. Y la mayoría de las veces ni siquiera se corrían, acababan subiéndose la bragueta porque les daba corte, o porque venía alguien. Así que yo me quedaba con el olor de su nabo en la mano, y me gustaba dejarlo hasta que acababa cogiendo otra polla, y entonces se mezclaban los olores a rabos, lo que me ponía más cachondo todavía.


Es lo bueno de estos sitios. El morbo de tener pollas en la mano de tios que solo buscan un calentón. Los dos tios mayores acabaron disimulando, viendo que entraba yo, y se fueron. Así que me quedé yo allí, en el urinario, con el rabo morcillón y mi imaginación calentándome todavía más. Pensé que sería morboso que entrara un tio, se pusiera al lado, y acabara enseñándome la churra. Pronto entró un tio, cuarentón, y se puso al lado. Yo me acerqué más al urinario, para que no viera mi rabo medio duro, no fuera a asustarse. Pero enseguida me di cuenta que el tio hacía todo lo contrario. Se separó del urinario y empecé a intuir por el rabillo del ojo una polla venosa, morena, también medio tiesa. Así que miré al cuarentón, después hacia abajo, y ya me enseñó todo lo que escondía. Esa verga estaba deseando meterse en mi boca mamona. El tio me señaló el reservado y yo no dudé nada.

Entramos en el reservado de los wc, me senté sobre el retrete y sentí el olor a rabo caliente de este maduro cachondo. No hubo que hablar nada. Pronto su verga venosa se metió en mi boca. Él supo en seguida que yo era un puto mamón, y yo supe enseguida que lo que quería era darme polla y lefa. Sin historias, sin contarnos nuestra vida. Un mamazo de 10 minutos y cada uno por su lado. 

Cuando empece a mamársela, el tio se puso más caliente y su rabo más duro dentro de mi boca. Enseguida me di cuenta de qué clase de mamada quería, porque empezó a moverse metiendo y sacando su rabo de mi boca. Así que me paré y le dejé que hiciera lo que quisiera. Y lo que quería era follarme la boca como su fuera un coño, metiéndola hasta el fondo. Como no era muy grande, me cabía entera, así que me hizo una buena follada profunda, mientras yo sentía cómo metía su rabo hasta los huevos. Me agarró la cabeza y siguió dándome polla, cada vez con más fuerza. Yo mientras me quedaba como si fuera un culo o un coño, lamiendo a cada petada su capullo caliente. Hasta que sentí que su rabo comenzaba a latir, preámbulo de la lefada que estaba a punto de darme. 

Cuando tienes una polla en la boca, sabes en qué momento te va a llenar de leche. El rabo se endurece, los huevos se inflan, y notas esos impulsos eléctricos que comienza a tener la polla. Y después sientes en tu paladar el sabor de la leche. En este caso, sentí cuatro chorros de leche dulce y espesa en mi lengua, mientras las venas de su polla rozaban mi paladar. Mi boca se llenó de lefa caliente hasta que el tio sacó su polla de mi boca. Yo sostuve la leche un rato sobre mi lengua, hasta correrme. Para cuando me estaba limpiando, el cuarentón cachondo ya se había ido. 

Eso es lo que necesita un mamón como yo. Un tio que me dé polla sin mediar palabra. Así da gusto ir a mear a un wc público.