jueves, 15 de enero de 2015

En la escalera

Hace unos días andaba yo más caliente que una perra en celo. Esos días son los que me pone tragarme todas las pollas que pueda y si vienen acompañadas de buenos lefazos, mejor. En el ordenador, busqué algún chat donde encontrar tios calientes. Los chats no son lo que más me gusta para ligar; prefiero ir a algún sitio de cruising donde no hay tanta palabrería. A veces tengo la impresión de que en los chats hay mucho pajillero que en realidad solo busca el morbo de hablar de rabos y de culos, pero que al final no quieren nada real. 

Pero ese día no tenía mucho tiempo y pensé que era mejor buscar algo por el chat que irme a algún sitio de cruising demasiado alejado. Tras algunas conversaciones que no llevaron a nada, empecé a hablar con un chaval de 19 años que parecía igual de caliente que yo. Yo no tenía sitio, así que él me propuso ir a su portal y darme polla allí mismo. Me pareció buena idea, y además morbosa. 

Su casa estaba cerca de donde yo me encontraba, así que quedé con él. Siempre con la incertidumbre de que al final acabara en nada, como muchas veces. Citas que no se convierten en nada porque quien te ha citado estaba aburrido y solo quería algo de morbo. Cuando llegué al número de su portal, me tranquilicé. En la escalera estaba sentado un chaval alto, guapete aunque no delgado. Enseguida se levantó y me abrió la puerta. Nos reconocimos enseguida sin tener que hablar.

Le seguí hasta la escalera, subimos unos peldaños y, con a luz apagada, directamente se sacó la polla, aún flácida. Yo estaba con muchas ganas, así que enseguida me puse de rodillas y me la metí en la boca. Estaba rica, tenía un ligero sabor a meado, lo que me puso aún más caliente, y pronto comenzó a crecer y ponerse dura dentro de mi boca. Y seguí mamando con ganas y deseo, lamiendo sus huevos peludos y su capullo mojado. 

De pronto, vi que alguien bajaba por la escalera detrás de él, e hice ademán de levantarme, pero el chaval me sujetó la cabeza y me dijo que siguiera. Mientras seguía comiendo, vi que quien se acercaba por detrás era un chavalito de unos 17 años, que se quedó mirando un momento mientras yo me comía el rabo del otro tio. Enseguida, éste me lo presentó: "Es mi hermano. ¿Quieres la suya también?". No hizo falta ni que yo dijera nada. Se me vió en la cara que sí que quería la suya también. 

Así que el chaval se sacó su polla, tiesa y caliente después de haber visto cómo me tragaba la de su hermano, y me la acercó a la boca para que la saboreara. Estaba muy caliente y se notaba que ya se la había meneado un buen rato (me gustaba pensar que era su hermano quien se la había estado meneando mientras chateaban). 

Las dos pollas estaban deliciosas, y sentía ya el sabor de sus capullos babosos en mi lengua. De pronto, sentí en la boca otro sabor dulce. El hermano mayor ya estaba a tope y su polla empezó a latir como si fuera a explotar. Yo tenía los dos rabos en la boca, y sentí que mi boca empezaba a llenarse de leche caliente y sabrosa. No dejé de mamar, mientras el rabo del hermano menor se impregnaba también con la leche de su hermano, que ya había soltado todo su líquido dentro de mi boca. Yo tenía muhas ganas de rabo, así que continué con las dos pollas en mi boca, sintiendo como una se ponía cada vez más dura y la otra se iba desinflando. Quería tener los dos lefazos en mi boca, así que mamé aún más profundo. Y entonces sentí una explosión líquida en mi boca, llenándola toda. El sabor era más dulce aún que el de su hermano, y su leche era más espesa y abundante. Tanto que empezó a correrme por la barbilla, incapaza de mantenerla dentro de mi boca al mismo tiempo que su polla. El chaval sacó el rabo de mi boca y recogió la leche que me caía con su capullo para metérmelo otra vez en la boca. Yo la saboreé con ansias y ganas hasta que mi rabo soltó unos buenos lefazos sobre la escalera. 

Ese día me comí otros tres rabos en sitios de cruising. Ya digo que estaba muy caliente. Pero estas dos pollas "hermanas" fueron las que merecieron la pena levantarse tan cachondo.