miércoles, 4 de diciembre de 2013

Mamones (1ª Parte)

Hace frío para estar en la calle buscando rabos, pero lo cierto es que cuando un vicioso como yo está caliente, ni el frío nos echa para atrás. Y la prueba de que hay mucho vicioso suelto es que en los sitios de cruising sigue habiendo culos que buscan pollas y pollas que buscan culos. Lo que más me gusta de los sitios de cruising es que te pueden traer buenas sorpresas. 

Mediodía. Jardines del Guadalquivir. Me cito con un nota por el chat que dice ser pollón y que quiere darme lluvia y polla. Quedamos en el laberinto y le digo que cuando llegue se meta dentro. Que cuando me vea, comience a mear, que yo le meteré la lengua para llevarme algo de su meada a la boca (una de las cosas que más me gusta hacer al aire libre). Y que luego le voy a hacer una limpieza de nabo hasta que acabe lanzándome la leche en toda la cara. Vamos, lo normal en una puta mamona como yo. Llego a los jardines y doy una vuelta. Hay algo de movimiento. Un chaval con pinta de latino, jovencito, que me atrae pero que no parece tener interés en mí. Espero al pollón que me va a dar meos. Pasa también un tio delgado, con pinta de árabe y de tener una de esas pollas que tanto me gustan. Parece que tampoco tiene mucho interés en mí. Sigo esperando al pollón que me va a dar meos. Cuando pasa una media hora, empiezo a pensar que el pollón que me va a dar meos se ha hecho un pajote en su casa y que yo me voy a quedar sin meos. 

Es lo que tienen los chats. Mucho calentorro con ganas de hacerse pajote. Pero bueno, ya que estoy allí, cachondo como una perra, espero poder sustituir al tio que me ha dejado plantado con otra cosa. Pero no parece que la cosa vaya a mejorar. El latino sigue dando vueltas y pasando de mi. Al árabe le veo a lo lejos, y no tengo claro si viene a buscar algo.

Al cabo de un rato, empiezo a pensar en irme. Pero mi condición de vicioso me obliga a quedarme. Es de esas ocasiones en las que decido que voy a mamársela al primer tio que pase y me haga un gesto para acompañarle al laberinto. Y mira por dónde aparece el jovencito latino. Es guapetón, aunque éste tiene pinta de querer mamar más que de dar verga. El chaval se mete en el laberinto y me mira antes de desaparecer detrás de una de las paredes vegetales. Como no tengo nada que perder, me acerco también. 

Doy la vuelta por donde el latino se ha metido y le veo en un rincón. Pues sí, parece que ahora sí que tiene interés. De cerca es más guapete. Tendrá unos 18 años como mucho. Intento besarle (porque no os he dicho aún que me encanta besar, y si es a un latino guapo y jovencito, mejor), pero él no quiere. Pronto descubro lo que quiere. Se agacha, me desabrocha el pantalón, me saca la polla morcillona y comienza a mamarla con ganas. Pues sí, el chaval es un mamoncete que me va a dejar la polla seca. Y desde luego, la mama de puta madre. Pronto me la pone durísima y se me inchan las venas del rabo. La come con ansiedad, con ganas, babeándola bien, como hay que mamar. Me encantaría meterme su polla también en la boca, pero este nene lo que quiere es lo quiere. Un buen biberón. 

Ni qué decir tiene que el latino mamoncete y yo no cruzamos una sola palabra. Le insinúo que vayamos más adentro del laberinto, porque estamos a un paso de la entrada, y es fácil que un tio que se meta nos vea. Pero me hace un gesto con el que me dice que no le importa. ¡Qué coño! ¡A mí tampoco me importa! Si alguien nos ve, puede hacer tres cosas: irse corriendo asustado, quedarse mirando o unirse a la fiesta. La primera me la suda; y las otras dos me dan morbo. Así que nos quedamos ahí, yo de pie y el latino mamoncete tragando polla de rodillas. 

De pronto aparece desde la entrada del laberinto el árabe que había visto un momento antes. Y se encuentra con el panorama delante. Yo me le quedo mirando, pensando si se irá o se quedará. Y se queda, de lejos, viendo cómo me la mama el latino, con curiosidad y cara de que se ha puesto más cachondo que yo, que tengo al otro de rodillas. Le hago un gesto dejándole claro que no nos importa que esté ahí. Y el latino, que también se da cuenta de su presencia, sigue mamando, así que tampoco le importa mucho. Viendo que el árabe se mete la mano en el paquete, le animo a que se nos una. A esas alturas tengo claro que este mamón no le va a hacer ascos a comerse dos rabos en vez de uno. Y por supuesto, también tengo la curiosidad de saber si el nabo del árabe es como me imaginaba, aunque hoy no me toque a mí ser el mamón. 

El que mama hoy es este latino de 18 años que está de rodillas tragando con ansias mi rabo ya baboso. Tiene ganas de comer polla, eso no cabe duda. Y pronto va a tener dos en su boca de mamona. 


......... continuará.


2 comentarios:

  1. El dia anterior estuve por alli yo... una lastima no haberte encontrado

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  2. Sí, lástima. Pero cuando quieras me das rabo por allí. A ver si se nos une más gente.

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