viernes, 6 de diciembre de 2013

Mamones (2ª Parte)

En el capítulo anterior...

Un tío del chat que me prometió darme meos me deja más plantado que uno de los árboles que me rodean en los Jardines del Guadalquivir. Me quedo esperando hasta que un jovencito latino que andaba merodeando decide que me va a comer la polla (a falta de otra cosa, supongo). El latino resulta ser un mamoncete que traga con ganas y se ve que tiene experiencia. Yo le doy rabo en un rincón del laberinto, muy cerca de la entrada. Aparece un árabe que también andaba merodeando por la zona y se queda mirando. Le digo que se una a nosotros. Que a este latino le caben dos rabos en la boca. 

Yo empiezo a dar gracias al tio que me ha dejado tirado. Aunque, tragarse los meos de un pollón no está mal, claro. Pero al final el día se está poniendo bien. Ahí estoy yo, dándole rabo a un latino y a punto de disfrutar de un rabo árabe. Trío internacional, mezcla de razas. Esto sí que es estrechar lazos con la comunidad internacional. El árabe sigue mirando como me la come el latino, y se saca la churra... Si he dedicado un post a hablar de los árabes es porque se lo merecen. Éste desde luego. Su mano saca un rabo circuncidado, moreno, gordo como sólo los árabes lo tienen. Ya no es solo mi polla la que babea. Me encantaría en estos momentos ser el latino mamoncete. Pero hay que ponerse en el papel. Hoy toca alimentar a un chavalito. 

El chaval, en cuanto ve el rabo gordo del árabe, se lanza a por él y me deja mi polla llena de babas. Este putito tiene hambre. Y qué morbo da ver cómo se mete todo ese rabo moreno en la boca. Hay mamones que da gusto ver cómo tragan pollas. Y éste es uno de ellos. Yo le acerco mi polla, que también necesita mimos, y el nene responde lamiéndola, juntándola con la otra y metiéndoselas en la boca. "Ahí tienes, putita, come rabo moreno y blanco, llénate la boca". El árabe y yo le agarramos la cabeza al latino empujándola para que trague completamente. Y el chaval come con ansia. 

El árabe me pide que le coma los pezones. Lo que no sabes es que me encanta comer pezones. Así que le excito con mi lengua mientras el otro le sigue comiendo la polla. Yo me bajo para probar la polla gorda del árabe. Necesito probar ese nabo. El chaval me deja, pero sin muchas ganas, que le meta un mamazo al otro. Y me meto ese rabo bien gordo en la boca, sintiéndolo ya bien babeado por el chaval. Mi lengua se llena del sabor agrio del rabo y de la saliva del chaval. Qué gusto da meterse un nabo gordo como ése en la boca. Pero pronto se la doy otra vez al nene, que siga disfrutando. 

Mientras el latino va a lo suyo, comer rabos, el árabe y yo jugamos a lo nuestro. Nos comemos las bocas, yo le como los pezones y se los babeo bien. Él me coge la polla y me la pone en su culo. Quiere que acaricie mi rabo en su culo. Y así lo hago. Mi polla babosa se restriega por su raja mientras el nene sigue comiéndole el rabo. Yo le agarro desde detrás, poniendo mis manos en su estómago mientras le restriego mi rabo por su culo. Y siento cómo la cabeza del nene me da en las manos mientras se mete la polla gorda del árabe en la boca. Esto pone al árabe a mil, sintiendo mi rabo detrás y la boca del chaval delante. 

El árabe está a tope, igual que nosotros. Pero él tiene ya gestos de estar a punto de descargar. El chaval sigue mamando con ganas hasta que siente que aquello va a explotar. Yo me quito de detrás, para ver bien cómo sale la lechede esa polla. Al principio creo que el chaval va a querer recibir la leche, pero para mi sorpresa, se levanta y me dice que quiere ver cómo se corre el tío. Ah, bien, pues si tú no vas a recibir la leche, entonces la recibo yo. Y me pongo de rodillas delante de la polla gorda del árabe, que se la menea con excitación. ¡No me voy a quedar yo sin mi lefazo del día! Y entonces el árabe me lanza tres chorreos de leche caliente, de esa que sale fuerte y espesa, y que se me estampa contra la mejilla, los labios y la barba. El latino le toca el rabo gordo y le pone la boca al árabe, para sentir la dureza que aún tiene, y entonces yo lanzo esos chorreones de buena leche que me salen cuando estoy a tope.

Ya he dicho muchas veces que los mejores momentos de morbo es cuando no hay conversaciones, ni palabras ni nada. Cada uno nos fuimos por nuestro lado. No sé si alguna vez me encontraré a alguno de los dos por esa zona o por otra, si coincidiremos los tres otra vez. Desde luego, si veo al latino en otro momento, me va a encantar que me coma el rabo como sabe comerlo. Y si veo al árabe, me va a encantar ser yo el que le saque la lefa. Pero eso ya se verá. 

Y así, un español, un latino y un árabe se lo pasaron pipa en los Jardines del Guadalquivir.

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